En el vasto océano, el alma busca un eco eterno, que fusione nuestra existencia efímera con el murmullo del mar en un abrazo interminable.

    Los soñadores nos acercamos al espejo que es el océano para que nos murmure los secretos antiguos de sus profundidades y nos refleje lo eterno de nuestra alma.

    Allí, en el vaivén de las mareas, la promesa de un cuento sin fin donde el tiempo no existe el corazón de sus visitantes se inunda de humildad cuando en medio de su inmensidad comprendemos lo pequeños que somos y aunque sea imposible abrazar la mar, nuestro espíritu se lleva tatuajes permanentes de las bondades del agua salada besando nuestra piel.