"Luciérnaga"

Está inspirada en esa luz interior que nace cuando el pensamiento descansa y dejamos que las ensoñaciones nos abracen. Es un homenaje a esos momentos de libertad absoluta, cuando, sin límites, nos permitimos soñar y ser todo lo que deseamos.

En el centro, una mujer recostada, fundida con la naturaleza, representa esa conexión serena con uno mismo, esa paz que nos llena cuando nos dejamos llevar por un paisaje natural, real o imaginado.

Quiero que quienes contemplen esta pintura sientan calma, como si se sumergieran en un paisaje interno iluminado por una figura que irradia tranquilidad. La obra fue realizada con la impronta de hojas recolectadas de la selva, resaltadas con óleo para capturar esa sensación de pertenencia y unión con el entorno. Estar en contacto con la naturaleza, incluso a través del arte, es un refugio para el alma: calma la mente, alivia el estrés, y nos recuerda que somos parte de algo más grande, que en la simplicidad del mundo natural podemos encontrar libertad y sanación.